En mi naturaleza no está el ser optimista. Al contrario, la gente que anda desplegando energía de manera innecesaria y que trata siempre de levantar los ánimos a los demás me apesta. Tampoco quiero decir que sea un amargado, un pesimista que está en contra de todo y de todos. Para nada. Solo soy una persona que tiene otra manera de ver las cosas, de decirlas y de actuar.
Tal vez no sea bueno estar pensando y buscando la parte negativa de las cosas, pero es que me niego a vivir en un constante positivismo y ver que hasta la más asquerosa paloma sucia y tiñosa que plaga las calles de Zamora tiene algo hermoso. Me niego rotundamente a levantarme todas las mañanas y dejar que los pajaritos abran mis cortinas, que las ardillas me lleven a la ducha y que las mariposas me bañen. No puedo ir cantando en el autobús con un montón de perdedores rodeandome. No puedo llegar a clase y sonreírle al profesor, y saludar a todos mis compañeros con un beso en la mejilla, si no se el nombre de la mitad de ellos, y a muchos posiblemente ni les caigo bien. No puedo ilusionarme con tanta facilidad, sabiendo que a la primera oportunidad me van a dar la espalda y me van a dejar la mitad del pastel, y tendre que hacer ganas y comermelo yo solo, y sin rechistar.
Decidí desde muy pequeño ser realista, tener los pies bien puestos en la Tierra, saber que lo bonito siempre se acaba pronto, que cualquier relación llega a un punto en el que te colma la paciencia, y te ves obligado a renovar elementos y volver a empezar. Siempre he sido consciente que mis series preferidas se tienen que acabar, que mi PC acabará por llenarse de mierda y tendré que formatearlo, que mi canción favorita dejará de serlo después de haberme asqueado de oirla. O simplemente que cualquier día te pueden robar, asaltar, o matar, sin comertelo ni bebertelo.
No es que ande llamando a las desgracias, o que este siempre pensando en negativo, pero se que es una opción que esta siempre vigente, y que te puede tocar el premio y tener que comertelo tu solo. Creo que es mejor estar preparado para las cosas "malas". Malas entre comillas, porque tampoco son tan categóricamente malas. Son malas a su manera, experiencias que al fin y al cabo nos sirven para crecer, madurar, y toda esa mierda que nos venden después de que algo desagradable nos ha pasado.
Tal vez no sea bueno estar pensando y buscando la parte negativa de las cosas, pero es que me niego a vivir en un constante positivismo y ver que hasta la más asquerosa paloma sucia y tiñosa que plaga las calles de Zamora tiene algo hermoso. Me niego rotundamente a levantarme todas las mañanas y dejar que los pajaritos abran mis cortinas, que las ardillas me lleven a la ducha y que las mariposas me bañen. No puedo ir cantando en el autobús con un montón de perdedores rodeandome. No puedo llegar a clase y sonreírle al profesor, y saludar a todos mis compañeros con un beso en la mejilla, si no se el nombre de la mitad de ellos, y a muchos posiblemente ni les caigo bien. No puedo ilusionarme con tanta facilidad, sabiendo que a la primera oportunidad me van a dar la espalda y me van a dejar la mitad del pastel, y tendre que hacer ganas y comermelo yo solo, y sin rechistar.
Es dificil vivir con la preocupación y expectante a que algo perturbe tu tranquilidad aparente. He aprendido a luchar contra eso, ya lo tengo asimilado. A veces me gustaría ser como esos que flotan por el aire, sin preocupaciones y que nada les importa, pero otras veces agradezco este defecto, o virtud quizás, de estar esperando algo. Me mantiene alerta, y lo mejor es que las situaciones perturbantes ya no me cojen por sorpresa. Y lo más importante es que las caidas se me hacen menos dolorosas.
Es frustrante sentir que uno no puede confiar en nadie, y estar siempre con la incertidumbre de cómo reaccionará esa persona, hasta que hace lo que esperas y te demuestra la clase de persona que es.
Uno pierde la fe en los demás, y sobretodo el respeto. Al final todas mis teorias se cumplen, y se han ido comprobando durante mis 20 años de vida. Prefiero mil veces caminar y deambular solo por las calles, antes que ir con alguien que no sé como va a reaccionar. Encuentro que no hay mejores compañeras que todas esas canciones que viajan conmigo a cada sitio que voy. Los amigos que tengo lo son porque realmente me han demostrado su lealtad y su confianza. Todos los demás han pasado al saco de los conocidos.
Me considero un tipo de principios, una persona que actua sobre una sola linea, bajos sus valores morales y emocionales. Si hay algo que no va conmigo, simplemente no lo puedo hacer. Si no estoy de acuerdo con algo, lo digo. Si una situación me incomoda, me voy. Lo que no puedo hacer es ponerme la careta de cinismo e hipocresia, fingiendo algo que no soy, o demostrando algo que no siento. Y esto juega en mi contra, ya que la mayoria de las personas te dicen algo un día, y al pasar un par de horas su forma de pensar cambia radicalmente.
Es mi forma de ser, tratar de no crear vinculos con nadie que no se lo merezca, no dar segundas oportunidades. Quiero estar tranquilo, necesito refugiarme en mi sin nadie que me entorpezca mis largas conversaciones conmigo mismo, y sobretodo, repeliendo esos besos de Judas que tanto me ensuciaron en los últimos años.